sábado, 26 de septiembre de 2009

¡Buenas salenas cronopio cronopio!

Probablemente si los saludo así, muchos no entiendan a qué me refiero. Pero habrá algunos que sonreirán más con ternura que con desmesura, con la esperanza de que esta forma de llamarlos resulte cierta.


Los cronopios, y sus compañeros los famas y las esperanzas, son una deliciosa mitología sesentosa, que navega hasta nosotros con la feliz bandera de la utopía y la alegría (así de paradójicamente graves las palabras)...
Receta irrepetible de cómo hacer para que lo cotidiano se torne extraordinario, para que las sombras aburridas de todos los días se vuelvan sorprendentes contraluces, para que la risa nos sorprenda en lugares tan insólitos como un reloj, una escalera o una oficina de correos. Detalle minucioso y discreto de eso que somos, para bien y para mal, con dudas, ternuras, miserias, y discretas épicas. Personajes que nos dan permiso para ser indulgentes con nuestras pequeñeces. Historias que reconocemos y que a lo mejor dejamos pasar. Todo eso es “Historias de Cronopios y de Famas” .
Julio Cortázar (Bruselas 1914, París 1984) es un escritor que debemos conocer en la temprana adolescencia, cuando todo lo que se nos cruza en la vida es intenso y sostenemos que todo lo establecido está mal. Porque si alguien ha sido capaz de sacudir la literatura argentina en aquellos desaforados sesentas, fue Julio Cortázar.
Y ya cuando los años nos van quitando las capacidades de ilusionarnos barato y asombrarnos sin reparos, Julio es un refugio a mano, que sólo te pide un rato, una silla cómoda, y ganas de abandonar la costumbre de ser formal y cortés, cortándonos el pelo una vez por mes. Aunque algún crítico que he leído sostenga, a mi modesto juicio torpemente, que alguna parte de su obra ha envejecido mal.
Este libro es de los que recomiendo fervientemente, de los que considero francamente favoritos. Para los que tenemos la lectura como costumbre este es uno de esos hallazgos que determinan que seas alguien distinto después de la última página. Porque el “Manual de instrucciones” que incluye tiene la virtud de mostrarte las cosas cotidianas desde una mirada inesperada, y no por ello menos verosímil; las “Ocupaciones raras” te harán pensar que no sos tan normal como creés al levantarte cada día; y después de terminar la lectura te vas a dar cuenta de que a tu alrededor caminan famas, complican la vida algunas esperanzas y sobre todo, que conocés cronopios, y esto último te da gusto, mucho gusto.


Hace poco, por el prolijo e inexorable destino del paso del tiempo, que nos trae los aniversarios, Julio Cortázar reapareció, con notas reediciones, inéditos y críticas. Pero el buen Julio, para los que apreciamos el oficio y disfrutamos la palabra, nunca se va; una vez que llega a tu vida, no te lo podés sacar de encima nunca más...
Así que, mis amigos, los invito hoy a recorrer un mundo paralelo a la vuelta de la esquina, al que se entra por las páginas de los libros de este señor tan original, capaz de volvernos asombro y mitología con tan solo contarnos cómo somos. Por favor... no se lo pierdan, anímense a ser cronopios... porque demasiado desangelada viene la vida por estos días, porque las necesidades se han vuelto más urgentes que los sueños, y las ilusiones son más materiales que esperanzadas.

Vamos a soñar de risa un rato, así, como si no tuviera sentido...




Nota del caminante: Echo de menos a un amigo cronopio, con el cual, si bien no nos veíamos mucho, en mi edad de los descubrimientos de estos caminos del arte, años ha, fue una rara mezcla de maestro, personaje, domador de palabras y ejemplo. Hace un tiempo se fue a recorrer los caminos para los que se prescinde del cuerpo y se agiganta el alma. Se llamaba y se llamará siempre Horacio, y es poeta.

domingo, 6 de septiembre de 2009

“Amor no es literatura si no se puede escribir en la piel...”

Con estas palabras, desde la canción “Mírame y no me toques”, los catalanes Joan Barril y Joan Manuel Serrat, me dan pie para hablar de uno de los libros de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, un hombre que tenía en su intenso corazón el cielo de la poesía. Ese hombre se volvió mito, nos fue poblando la vida de palabras irremplazables, de frases universales para hablar de amor. Ese hombre nos hizo el regalo de ser el mítico y paradigmático Pablo Neruda.
¿Quién no conoce el verso inicial del “Poema nº 20”, de aquellos “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, que publicara a sus 20 años?... ¿El de “Puedo escribir los versos más tristes esta noche...”, repetido y multiplicado en citas, pósters, señaladores, y vidrieras públicas y tristezas de amor privadas?.


Pero no es ése el libro que más me conmovió de Pablo (permítanme el descaro de llamarlo simplemente Pablo, ya que tantos años lleva haciéndome compañía y mirándome, junto a otros amigos, desde el horizonte del mundo de mi modesta poesía).
El libro que creo que, más que ninguno de los que he leído, es poesía escrita en y con la piel, en y con la sangre, en y con los cojones, el libro que habla del amor de la carne y de la vida, es “Los versos del capitán”.
¿Por qué este libro?. Primero porque se trata de un libro tan intenso, que fue un hijo no reconocido de Neruda, publicado anónimamente para no herir con su tremenda confesión amorosa a quien por entonces era su esposa, Delia del Carril. Ese solo detalle ya lo hace único.
Este libro es la declaración de amor de Neruda por Matilde Urrutia, la mujer que lo acompañará después hasta el fin de su camino y que descansa con él en su casa de Isla Negra.
Pero la principal motivación que tengo para hablarles de este libro no puede ser explicada. Es simplemente la poesía; es la palabra tremenda, avasallante, desconsiderada, brutal, que lleva por delante cualquier duda; que extiende la expresión para llevarla de la letra a la sangre, de la ilusión a la piel dolorida de deseo y satisfacción; que más que contarnos, nos muestra la vida que merece ser vivida, y que además vale la pena que sea de a dos...


Debo advertirles que no es poesía delicada, no, para nada... es una poesía de batalla, que muerde, que lastima, que besa hasta el ahogo, es una poesía de humanidad extrema, que nos habla de lo que podemos ser. Así que... mucho cuidado, leerla tiene una contraindicación: puede mostrarnos sin matices ni disimulo, que nos hemos perdido algo en el camino por el que vamos... así que no es una poesía para cobardes, ni para cómodos.


Saben... hay algo muy lindo que puede pasar con los libros de Neruda... que te recuerden a alguien, que esas palabras te traigan a alguien de tu vida... les aseguro que es muy lindo.
A veces me pregunto cómo hacer para intentar escribir un poema de amor después de Pablo Neruda... y no se me ocurre la respuesta.